El capítulo 10 de Génesis proporciona un registro genealógico conocido como la Tabla de las Naciones, que detalla los descendientes de los hijos de Noé después del diluvio. En este contexto, el versículo menciona a Ofir, Havila y Jobab, quienes son listados como hijos de Joktán. Estos nombres son significativos, ya que representan diversas tribus y regiones que surgieron en el antiguo Cercano Oriente. Ofir es famoso por su asociación con la riqueza, especialmente el oro, mencionado en otras partes de la Biblia como fuente de oro fino. Havila es otra región conocida por sus recursos, mientras que Jobab es menos identificado, pero contribuye a la narrativa más amplia de la dispersión humana.
Esta genealogía subraya la diversidad de las culturas humanas y la expansión de los pueblos por la tierra, cumpliendo el mandato divino de "ser fructíferos y multiplicarse". Refleja la interconexión de la humanidad y la rica herencia cultural que se ha desarrollado a lo largo de los siglos. Al rastrear estas líneas de descendencia, el texto enfatiza la unidad de la familia humana y los orígenes compartidos de diversos pueblos, recordando a los lectores los lazos comunes que unen a toda la humanidad.