En el libro de Génesis, la Tabla de las Naciones ofrece un registro genealógico de los descendientes de los hijos de Noé tras el diluvio. Este versículo en particular menciona a los arqueros, zemaritas y hamatitas, quienes son descendientes de Canaán, hijo de Cam. Estos grupos están históricamente asociados con las regiones que rodean el Mediterráneo oriental, reflejando a los pueblos antiguos que habitaron estas áreas.
La dispersión de los clanes cananeos simboliza el asentamiento de diversos grupos étnicos en diferentes territorios. Este movimiento contribuyó a la rica diversidad de culturas y civilizaciones en el antiguo Cercano Oriente. La narrativa resalta la variedad y expansión de las sociedades humanas, enfatizando la interconexión de todos los pueblos como descendientes de Noé. Sirve como un recordatorio de los orígenes compartidos de la humanidad y de los diversos caminos que diferentes grupos han tomado a lo largo de la historia. Este pasaje subraya el tema de la unidad en la diversidad, un concepto que resuena con el mensaje bíblico más amplio de comunidad y herencia compartida.