El candelabro, o menorá, creado para el tabernáculo, era un elemento significativo en las prácticas de adoración de los israelitas. Hecho completamente de oro puro, simbolizaba la pureza, reflejando la santidad de Dios. El trabajo detallado en su creación, con oro martillado formando su base, eje y decoraciones ornamentales en forma de flores, destaca la dedicación y habilidad requeridas en el servicio a Dios. Este candelabro no era solo una fuente de luz física; representaba la luz divina de Dios que ilumina el camino de los fieles.
El diseño de la menorá, con sus intrincados detalles, también simboliza la belleza y complejidad de la creación de Dios. Cada elemento, desde la base hasta las flores, fue elaborado de una sola pieza de oro, enfatizando la unidad y la interconexión de la creación. Esto sirve como un recordatorio para los creyentes sobre la importancia de la unidad en la fe y la belleza que se encuentra en la diversidad. La luz del candelabro era una presencia constante en el tabernáculo, simbolizando la presencia eterna de Dios y Su guía, animando a los creyentes a buscar Su luz en sus vidas.