La creación de los dos querubines de oro labrado para el Arca de la Alianza es un detalle significativo en la narrativa bíblica. Estos querubines fueron colocados en los extremos de la tapa del Arca, conocida como el propiciatorio, que era el punto focal de la presencia de Dios entre los israelitas. En las culturas del antiguo Cercano Oriente, los querubines a menudo eran vistos como guardianes de los espacios sagrados, y su inclusión aquí subraya la santidad y la inviolabilidad del Arca.
El uso del oro para los querubines enfatiza la naturaleza divina del Arca y la preciosidad del pacto de Dios con su pueblo. El oro, siendo un metal valioso e incorruptible, simboliza la pureza y el valor eterno, reflejando la naturaleza eterna de las promesas de Dios. Las alas de los querubines se extienden sobre el propiciatorio, creando un espacio donde la presencia de Dios habitaría y donde Él se comunicaría con Moisés. Este diseño sagrado destaca la importancia del respeto y la adoración en la presencia de Dios, animando a los creyentes a acercarse a Él con humildad y asombro, reconociendo su majestad y santidad.