El tabernáculo era un santuario portátil que los israelitas usaron durante su travesía por el desierto. Su construcción fue detallada y precisa, reflejando la importancia de crear un lugar donde habitar la presencia de Dios. Las cortinas de pelo de cabra formaban parte del revestimiento exterior, cumpliendo tanto funciones prácticas como simbólicas. Prácticamente, proporcionaban protección contra los elementos, asegurando que el espacio sagrado se mantuviera intacto. Simbólicamente, representaban las capas de separación entre lo divino y lo ordinario, enfatizando la santidad del tabernáculo.
El uso de pelo de cabra, un material duradero y fácilmente disponible, subraya la ingeniosidad y el compromiso de los israelitas al seguir las instrucciones de Dios. Este pasaje invita a reflexionar sobre la importancia de utilizar las habilidades y recursos propios en el servicio a Dios. También resalta la idea de que la presencia de Dios no se limita a estructuras grandiosas, sino que puede encontrarse en espacios humildes y bien elaborados. La meticulosa atención al detalle en la construcción del tabernáculo sirve como un recordatorio de la reverencia y la dedicación necesarias en la adoración y el servicio.