En este versículo, el viaje de Jesús y su familia a Egipto y su posterior regreso se ve como un cumplimiento de la profecía. José, María y Jesús huyeron a Egipto para escapar del decreto del rey Herodes de matar a todos los niños pequeños en Belén. Permanecieron en Egipto hasta la muerte de Herodes, asegurando así la seguridad de Jesús. Este evento cumple la profecía de Oseas 11:1, 'De Egipto llamé a mi hijo', que originalmente se refería a la nación de Israel. El Evangelio de Mateo establece un paralelismo entre la historia de Israel y Jesús, presentándolo como la verdadera encarnación del llamado y propósito de Israel.
Esta conexión resalta el papel de Jesús en el plan redentor de Dios, mostrando que su vida no solo fue un cumplimiento de la profecía, sino también una continuación del pacto de Dios con su pueblo. El versículo asegura a los creyentes sobre la soberanía de Dios y su capacidad para llevar a cabo sus planes, incluso frente a la adversidad. Nos anima a confiar en la guía y protección de Dios, recordándonos que sus propósitos siempre se están cumpliendo, a menudo de maneras que quizás no entendamos de inmediato.