En la mañana temprano, los líderes religiosos, incluidos los sumos sacerdotes, ancianos y maestros de la ley, se reunieron para trazar un plan decisivo respecto a Jesús. Representaban al Sanedrín, el consejo judío más alto, que tenía una gran influencia sobre los asuntos religiosos y legales. Su decisión de atar a Jesús y presentarlo ante Pilato, el gobernador romano, fue estratégica. Buscaban la aprobación romana para una sentencia de muerte, ya que no tenían la autoridad para ejecutar a alguien bajo el dominio romano. Esta acción refleja su desesperación y miedo ante la creciente influencia de Jesús entre el pueblo.
Este momento es crucial en la narrativa de la Pasión, ya que marca la transición de la jurisdicción judía a la romana. Subraya la colaboración entre los poderes religiosos y políticos para llevar a cabo la crucifixión de Jesús. A pesar de la aparente injusticia y traición, estos eventos son fundamentales para el cumplimiento de la misión de Jesús. Preparan el escenario para Su sacrificio final, que los cristianos creen que trae salvación y reconciliación con Dios. Este pasaje invita a reflexionar sobre temas de poder, justicia y el desarrollo del propósito divino a través de acciones humanas.