El día de preparación era un momento crucial para el pueblo judío, ya que era el día antes del sábado, cuando se debía completar todo el trabajo necesario. Esto incluía la preparación de comidas y asegurarse de que todo estuviera en orden, ya que no se podía trabajar en el sábado mismo. La mención de este día en el contexto de la crucifixión de Jesús destaca la urgencia con la que sus seguidores debían actuar. Tenían que asegurarse de que Jesús fuera enterrado adecuadamente antes de que comenzara el sábado, ya que según la ley judía era inapropiado dejar un cuerpo sin enterrar durante este tiempo sagrado.
Este momento en la narrativa nos recuerda las prácticas culturales y religiosas de la época, proporcionando un telón de fondo para las acciones de aquellos que amaban a Jesús. También enfatiza el respeto y la devoción que tenían hacia Él, ya que se apresuraron a darle un entierro digno a pesar de las limitaciones de tiempo. El día de preparación se convierte así en un símbolo tanto de las preparaciones prácticas como espirituales que eran necesarias en la vida de los fieles, reflejando su compromiso de honrar a Dios y sus mandamientos.