El momento en que Jesús expira es un evento profundo y crucial en la narrativa cristiana. Significa la culminación de su misión terrenal y el sacrificio supremo por los pecados de la humanidad. Su gran voz antes de morir resalta la profundidad de su sufrimiento y el peso de los pecados del mundo que Él cargó. Este acto no solo marca el fin de su vida física, sino que también representa el triunfo sobre el pecado y la muerte, cumpliendo las profecías anunciadas en el Antiguo Testamento.
La muerte de Jesús en la cruz es central para la creencia cristiana, ya que representa el nuevo pacto entre Dios y la humanidad. A través de su sacrificio, se ofrece a los creyentes el perdón y la promesa de vida eterna. Este momento se considera el punto de inflexión donde se elimina la barrera entre Dios y el hombre, simbolizado por el rasgar del velo del templo, que ocurre poco después. Resalta la creencia de que la muerte de Jesús no fue en vano, sino que fue el acto necesario de amor y redención, abriendo el camino para una relación personal con Dios para todos los que tienen fe en Él.