En este versículo, Jesús habla a sus seguidores sobre la realidad de ser elegidos por Él. Destaca el contraste entre pertenecer al mundo y ser apartados por Él. El mundo, con sus valores y prioridades, a menudo se opone a las enseñanzas de Cristo. Cuando los creyentes se alinean con Jesús, pueden enfrentar hostilidad o rechazo porque sus vidas reflejan principios diferentes. Esto no es motivo de desesperación, sino más bien una confirmación de su identidad en Cristo.
Jesús enfatiza que sus seguidores no pertenecen al mundo porque Él los ha elegido. Esta elección significa una relación y propósito especiales, que implican vivir de acuerdo con la voluntad de Dios en lugar de conformarse a los estándares mundanos. La tensión resultante con el mundo es una consecuencia natural de esta selección divina. Se anima a los cristianos a encontrar fortaleza en su conexión con Cristo, entendiendo que su verdadera pertenencia es con Él, y que cualquier rechazo mundano es temporal en comparación con la aceptación eterna que tienen en Dios.