En este momento, Jesús se dirige a Santiago y Juan, quienes han pedido posiciones de honor en su reino. Les reprende suavemente, señalando su falta de comprensión sobre la naturaleza de su misión y los sacrificios que implica. El "cáliz" y el "bautismo" simbolizan el sufrimiento y la muerte que Jesús está a punto de enfrentar. Al preguntarles si pueden compartir en estos, Jesús resalta el costo del verdadero discipulado. Esto es un llamado a todos los creyentes para reconocer que seguir a Cristo implica más que buscar gloria; requiere una disposición para soportar dificultades y sacrificios por el bien del Evangelio.
La imagen del "cáliz" a menudo se asocia con el destino divino o el sufrimiento, como se ve en otras partes de la Biblia. De manera similar, el "bautismo" aquí no es solo un acto ritual, sino una metáfora de ser abrumado por las pruebas. Jesús está preparando a sus discípulos para la realidad de que su camino es uno de servicio y sacrificio, no de poder o prestigio terrenal. Esta enseñanza anima a los cristianos a examinar su propio compromiso de vivir su fe, entendiendo que puede involucrar desafíos, pero que en última instancia conduce al crecimiento espiritual y a la plenitud.