En sus últimos días, Jacob reúne a sus hijos para impartir bendiciones y distribuir su herencia. José, quien había estado separado de su familia durante muchos años y desempeñó un papel crucial en su supervivencia durante la hambruna, recibe una porción especial de tierra. Esta franja adicional de tierra, que Jacob afirma haber tomado de los amorreos, simboliza un honor único y el reconocimiento del papel fundamental de José en la historia familiar. Refleja la profunda apreciación de Jacob por el liderazgo y la fidelidad de José.
La tierra en sí, adquirida a través de la lucha, sirve como un testimonio de la provisión de Dios y el cumplimiento de Sus promesas. Al otorgar esta tierra a José, Jacob no solo recompensa a su hijo, sino que también asegura que la descendencia de José tenga una herencia duradera en la Tierra Prometida. Este acto destaca los temas de reconciliación, recompensa por la fidelidad y la naturaleza perdurable de las promesas de Dios a Su pueblo. Sirve como un recordatorio de la importancia de la unidad familiar y las bendiciones que provienen de la perseverancia y la fe.