En este momento, Dios habla directamente a Moisés, afirmando Su identidad como Jehová. Esta declaración es significativa porque establece la autoridad de Dios y Su relación personal con Moisés y los israelitas. Al decir "Yo soy Jehová", Dios no solo se identifica, sino que también recuerda a Moisés el pacto que hizo con Abraham, Isaac y Jacob. Es un poderoso recordatorio de la naturaleza inmutable de Dios y Su compromiso con Sus promesas.
El uso de "Yo soy" es profundo, ya que se conecta con el nombre divino revelado a Moisés anteriormente en la zarza ardiente, "YO SOY EL QUE SOY". Este nombre significa la existencia eterna de Dios y Su presencia activa en la vida de Su pueblo. Es un recordatorio poderoso de que Dios no está distante ni desconectado, sino que está íntimamente involucrado en la historia de Su pueblo.
Para los creyentes de hoy, este pasaje anima a confiar en la fidelidad de Dios y en Su capacidad para cumplir Sus promesas. Invita a reflexionar sobre la naturaleza de Dios como trascendente y personal, ofreciendo consuelo y seguridad en Su presencia y guía inquebrantables.