Moisés, elegido por Dios para guiar a los israelitas fuera de Egipto, enfrenta sentimientos de inadecuación y duda. Le preocupa que su falta de elocuencia le impida comunicar eficazmente el mensaje de Dios, no solo al faraón, sino también a los propios israelitas. Este momento es significativo, ya que revela el lado humano de Moisés, mostrando que incluso aquellos elegidos por Dios pueden experimentar inseguridad y miedo. A pesar de sus preocupaciones, Dios le brinda seguridad a Moisés a lo largo de su camino, enfatizando que no es por la fuerza o habilidad humana que se cumplen Sus planes, sino a través del poder y la guía divina.
Este pasaje anima a los creyentes a confiar en el llamado de Dios, incluso cuando se sienten no calificados o inseguros. Sirve como un recordatorio de que Dios a menudo elige a individuos improbables para cumplir Sus propósitos, equipándolos con lo que necesitan en el camino. La honestidad de Moisés al expresar sus miedos a Dios es un ejemplo de cómo los creyentes pueden llevar sus preocupaciones a Él, confiando en que Él comprende y proporcionará el apoyo y la fortaleza necesarios para superar los obstáculos.