En la antigua Israel, el acto de colocar mantos en el suelo era un gesto de respeto y sumisión, reservado a menudo para la realeza o personas de alta importancia. Cuando los seguidores de Jehu extendieron sus mantos bajo él, fue un acto simbólico que reconocía su nuevo estatus como rey. Este gesto no solo honraba a Jehu, sino que también declaraba públicamente su lealtad hacia él. El sonido de la trompeta servía como un anuncio oficial de la realeza de Jehu, un llamado al pueblo para reconocer y aceptar al nuevo gobernante. Este momento significa un cambio crucial en el liderazgo, ya que Jehu fue elegido para cumplir un propósito divino en la historia de Israel. Su unción era parte del plan de Dios para traer justicia y reforma a la nación. Este pasaje subraya los temas de la designación divina y el aspecto comunitario del liderazgo, donde el apoyo del pueblo es crucial para que un líder gobierne efectivamente. También refleja las prácticas culturales de la época, donde tales demostraciones públicas eran esenciales para legitimar la autoridad y asegurar una transición de poder fluida.
Entonces, cada uno apresuró a quitarse su manto, y lo pusieron debajo de él en la cima de la escalera, y tocaron trompeta, diciendo: ¡Jehu reina!
2 Reyes 9:13
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