El versículo describe la extensión territorial de Og, rey de Basán, una figura significativa en la narrativa bíblica de la conquista de la Tierra Prometida por Israel. El dominio de Og se extendía sobre el Monte Hermón, Salecah y toda Basán, alcanzando las fronteras de Gesur y Maacá, e incluía la mitad de Galaad hasta la frontera de Sihón, rey de Hesbón. Esta descripción geográfica subraya la vastedad y la importancia estratégica del reino de Og, que representaba un obstáculo formidable para los israelitas.
La mención detallada de estas regiones resalta el contexto histórico y geográfico del viaje de los israelitas. Refleja los desafíos que enfrentaron y las victorias que lograron con la asistencia divina. La conquista de tales territorios no fue solo un logro militar, sino también un cumplimiento de la promesa de Dios a los israelitas. Sirve como un testimonio de la fidelidad de Dios y la importancia de confiar en Su guía, incluso cuando se enfrentan a desafíos aparentemente insuperables. Esta narrativa anima a los creyentes a depender del apoyo divino en sus propios caminos, confiando en que las promesas de Dios se cumplirán.