En este pasaje, Jehú ordena a su oficial, Bidkar, que arroje el cuerpo de Joram en el campo de Naboth, un lugar significativo debido a los eventos pasados relacionados con el rey Acab, padre de Joram. Acab había tomado injustamente la viña de Naboth, lo que llevó a la muerte injusta de este último. Deshacerse del cuerpo de Joram allí es el cumplimiento de la profecía de Dios contra la descendencia de Acab, tal como lo había anunciado el profeta Elías. Este acto subraya el tema de la justicia divina, ilustrando que la palabra de Dios es firme y que Él exige cuentas por las acciones de las personas.
La historia es un poderoso recordatorio de las consecuencias del pecado y la certeza de la justicia de Dios. Muestra que, aunque la justicia humana puede fallar, la justicia divina prevalece. Para los creyentes, este pasaje anima a confiar en el tiempo de Dios y en Su plan final para la justicia. También sirve como una advertencia sobre los peligros de la codicia y la injusticia, instando a vivir con integridad y rectitud.