Salomón, el rey sabio de Israel, llevó a cabo un censo de los extranjeros que residían en su reino. Esta no fue la primera vez que se realizaba tal enumeración; su padre, el rey David, había hecho un censo similar anteriormente. Los resultados mostraron una población considerable de 153,600 extranjeros. Este acto de contar a los extranjeros fue significativo por varias razones. En primer lugar, demostró la capacidad administrativa de Salomón y su dedicación a mantener el orden y la estructura dentro de su reino. Al conocer el número de extranjeros, Salomón podía gestionar mejor los recursos y la mano de obra para sus ambiciosos proyectos de construcción, incluido el templo.
Además, este censo refleja un tema más amplio de inclusión y el reconocimiento de la diversidad en el reino. Muestra que Salomón valoraba las contribuciones y la presencia de todas las personas, no solo de los israelitas nativos, en la prosperidad y el funcionamiento de la nación. Esta inclusión es un recordatorio de la importancia de la unidad y la cooperación entre diferentes grupos, un principio que resuena con el llamado cristiano a amarnos y aceptarnos unos a otros, sin importar el trasfondo. Así, el liderazgo de Salomón sirve como un modelo para abrazar la diversidad y fomentar una comunidad armoniosa.