Pablo utiliza el ejemplo del matrimonio para ilustrar una verdad espiritual más profunda sobre la ley y nuestra relación con ella. En el contexto del matrimonio, una mujer está legalmente unida a su esposo mientras él esté vivo. Si ella establece una relación con otro hombre mientras su esposo vive, se la considera adúltera. Sin embargo, si su esposo muere, ya no está sujeta a esa ley matrimonial y puede casarse con otro hombre sin ser considerada adúltera. Esta analogía se utiliza para explicar cómo la ley nos ata de manera similar.
En el contexto más amplio de la carta de Pablo, él aborda cómo los creyentes están sujetos a la ley hasta que son liberados a través de Cristo. Así como la muerte libera a la mujer de la ley del matrimonio, la muerte y resurrección de Cristo liberan a los creyentes del poder vinculante de la ley. Esta libertad permite a los cristianos vivir una nueva vida, guiados por el Espíritu en lugar del antiguo código escrito. Pablo enfatiza que, a través de Cristo, los creyentes ya no están bajo la condenación de la ley, sino que son libres para perseguir una vida de justicia y gracia.