En este versículo, Dios reafirma Su promesa de pacto a Abraham, especificando que será a través de Isaac, el hijo que aún no ha nacido de Sara, que se establecerá Su pacto. Esta declaración es significativa porque subraya la elección soberana de Dios y Su compromiso con Sus promesas. A pesar de la avanzada edad de Abraham y Sara, Dios les asegura que Sara dará a luz a un hijo dentro de un año. Esta promesa no solo destaca el poder de Dios para realizar milagros, sino también Su fidelidad a Su palabra.
El pacto con Isaac es una continuación de la promesa que Dios hizo a Abraham, que incluye bendiciones de numerosos descendientes y una relación duradera con Dios. Este versículo sirve como un recordatorio de que los planes de Dios no se ven obstaculizados por las limitaciones humanas. Anima a los creyentes a confiar en el tiempo de Dios y en Su capacidad para cumplir Sus promesas, incluso cuando las circunstancias parecen imposibles. El nacimiento de Isaac es un momento crucial en la historia bíblica, marcando la continuación del plan redentor de Dios a través de la descendencia de Abraham.