En las llanuras de Moab, situadas junto al río Jordán y frente a la ciudad de Jericó, Moisés y el sacerdote Eleazar se dirigen a los israelitas. Este escenario es significativo, ya que los israelitas están a punto de entrar en la Tierra Prometida después de su largo viaje por el desierto. Moisés, como líder designado por Dios, y Eleazar, que actúa como sumo sacerdote, se unen para hablar al pueblo. Su colaboración simboliza la unión del liderazgo y la autoridad espiritual, elementos esenciales para guiar a la comunidad.
Este momento representa un tiempo de preparación y transición. Los israelitas están a punto de comenzar un nuevo capítulo, pasando de la vagancia a establecerse en la tierra prometida a sus antepasados. La presencia de Moisés y Eleazar enfatiza la importancia de seguir las instrucciones de Dios y mantener la fidelidad a Su pacto. Al encontrarse en el umbral de este nuevo comienzo, los israelitas son recordados de la necesidad de unidad, obediencia y confianza en el plan de Dios para su futuro.