En el Libro de Números, los registros genealógicos juegan un papel significativo en el establecimiento de la línea y la herencia de las tribus de Israel. Este versículo en particular menciona a Eliab, hijo de Palu, quien pertenece a la tribu de Rubén. Tales genealogías eran esenciales para los israelitas, ya que proporcionaban un sentido de identidad, continuidad y conexión con sus antepasados. También tenían implicaciones prácticas, como la determinación de los derechos de herencia y las afiliaciones tribales. La tribu de Rubén, siendo una de las doce tribus de Israel, tenía su propia historia y papel único dentro de la narrativa más amplia de los israelitas. Al documentar estas líneas de descendencia, los israelitas podían rastrear sus raíces hasta los patriarcas, reafirmando su lugar en las promesas del pacto de Dios. Estos registros también servían para recordar al pueblo su historia compartida y la fidelidad de Dios a lo largo de las generaciones, animándolos a permanecer fieles al pacto y a mantener los valores y tradiciones que se les habían transmitido.
Y los hijos de Rubén fueron: Hanoc, de quien provino la familia de los hanocitas; y de Palu, la familia de los paluítas.
Números 26:8
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