Durante su travesía por el desierto, los israelitas estaban organizados en un campamento estructurado, donde cada tribu tenía una posición y un líder designado. La tribu de Gad, una de las doce tribus de Israel, era liderada por Eliasaph, hijo de Deuel. Este detalle organizativo subraya la importancia del orden y el liderazgo en la comunidad. La colocación específica de cada tribu alrededor del Tabernáculo no era arbitraria, sino que estaba divinamente instruida, asegurando que la comunidad funcionara de manera fluida y eficiente.
Esta estructura no solo cumplía propósitos prácticos, sino también espirituales, enfatizando la unidad y la interdependencia entre las tribus. Cada tribu tenía un papel y una responsabilidad únicos, contribuyendo a la misión general de los israelitas. Tal organización puede reflejar cómo las comunidades actuales pueden beneficiarse de roles claros y liderazgo, fomentando un sentido de pertenencia y propósito. Nos recuerda que cada individuo y grupo tiene un papel que desempeñar en la comunidad más grande, y cuando cada uno cumple su función, la comunidad prospera.