María y José estaban en el templo cuando Simeón, un hombre piadoso, pronunció palabras proféticas sobre su hijo, Jesús. Se maravillaron porque las palabras de Simeón confirmaron la naturaleza divina y la misión de Jesús, que ya les había sido revelada a través de ángeles y sueños. Este momento fue significativo, ya que reforzó su comprensión del papel de Jesús como el Mesías, destinado a traer salvación a todas las personas. El asombro de María y José destaca la respuesta humana a la revelación divina, una mezcla de admiración, asombro y quizás una comprensión más profunda de las responsabilidades que llevaban como padres terrenales de Jesús.
Este pasaje invita a los creyentes a reflexionar sobre las maneras en que Dios revela Sus planes y propósitos en sus propias vidas. Fomenta una actitud de apertura y asombro hacia las formas inesperadas en que Dios puede actuar. También sirve como un recordatorio de la importancia de reconocer y afirmar lo divino en medio de nosotros, tal como lo hizo Simeón. El asombro de María y José es un testimonio del profundo impacto de encontrar las promesas de Dios y el desarrollo de Su plan de salvación.