Simeón, un hombre piadoso en Jerusalén, había recibido la promesa del Espíritu Santo de que vería al Mesías antes de morir. Cuando María y José llevaron a Jesús al templo, Simeón lo reconoció como el cumplimiento de esa promesa. Declaró que Jesús sería una luz para revelación a los gentiles, lo que significa que traería entendimiento y verdad a aquellos que no formaban parte de la fe judía. Esta declaración fue radical en su tiempo, ya que ampliaba el alcance de la salvación de Dios más allá de las fronteras tradicionales de Israel.
La mención de los gentiles significa el alcance universal de la misión de Jesús. Subraya la idea de que el amor y la salvación de Dios no están limitados a un solo grupo, sino que están destinados a todas las personas. La gloria de Israel se refiere al honor y cumplimiento de las promesas de Dios al pueblo judío, ya que Jesús es el Mesías tan esperado que cumple las profecías del Antiguo Testamento. Este versículo encapsula el papel dual de Jesús como luz para las naciones y cumplimiento de la esperanza de Israel, uniendo a diferentes pueblos en el plan de salvación de Dios.