En el contexto de la festividad de la Pascua, se había desarrollado una tradición donde el gobernador romano liberaba a un prisionero como un gesto de buena voluntad. Pilato, el gobernador romano en ese momento, se enfrentaba a una decisión sobre Jesús, quien había sido llevado ante él por los líderes judíos. La pregunta de Pilato a la multitud, preguntando si querían que liberara a Jesús, a quien se refería burlonamente como 'el rey de los judíos', era un intento de navegar las presiones políticas y sociales que enfrentaba. No encontró culpa en Jesús y buscó una manera de liberarlo sin causar disturbios.
Este momento es significativo ya que ilustra la tensión entre la autoridad romana y el liderazgo judío, así como la influencia de la multitud. La pregunta de Pilato también destaca la ironía de la realeza de Jesús, que no era de este mundo, contrastando con las luchas de poder terrenales en juego. La decisión que siguió, donde la multitud eligió a Barrabás en lugar de a Jesús, establece el escenario para la crucifixión, enfatizando temas de justicia, misericordia y la tendencia humana a elegir lo familiar o conveniente sobre lo que es correcto.