En la visión de Ezequiel, la asignación de tierras a las tribus de Israel es un aspecto significativo de la promesa de Dios de restaurar a su pueblo. El límite sur de la tribu de Gad se describe en detalle, comenzando desde Tamar, un lugar en la parte sur de Israel, y extendiéndose hasta las aguas de Meribah Kadesh, un lugar de importancia histórica donde los israelitas discutieron con Dios durante su travesía por el desierto. El límite continúa hasta el Wadi de Egipto, un lecho de río seco que marca el límite sur, y finalmente llega al mar Mediterráneo.
Esta delimitación detallada de los límites resalta el cuidado meticuloso de Dios al cumplir sus promesas a Israel. Subraya la importancia de que cada tribu tenga una herencia distinta, simbolizando la unidad y el orden entre el pueblo de Dios. El pasaje refleja la esperanza de restauración y la certeza de la provisión divina, recordando a los creyentes la fidelidad de Dios en mantener sus promesas. También invita a reflexionar sobre la herencia espiritual prometida a todos los creyentes, enfatizando el deseo de Dios por el orden, la comunidad y la paz.