La visión de Ezequiel sobre la nueva ciudad ofrece un diseño detallado y simbólico que refleja la promesa de restauración y unidad de Dios para su pueblo. Las puertas, nombradas según las tribus de Israel, significan la inclusión de todas las tribus en el plan divino de Dios. Cada puerta representa un punto de entrada, simbolizando que la presencia y las bendiciones de Dios son accesibles para todos. La designación de las puertas en honor a Rubén, Judá y Leví enfatiza la importancia de cada tribu y su papel en la comunidad de fe. Esta visión sirve como un recordatorio de que cada creyente es parte de una familia más grande y unida bajo el cuidado y la guía de Dios.
El lado norte, con sus tres puertas, sugiere una apertura acogedora hacia el reino de Dios, invitando a todos los que lo buscan a entrar y encontrar refugio. Esta imagen anima a los creyentes a abrazar su identidad como parte del pueblo de Dios, sin importar su trasfondo o estatus. También resalta el tema de la restauración, ya que Dios promete reunir a su pueblo en armonía y paz. Al imaginar una ciudad con puertas abiertas, Ezequiel asegura a los fieles la presencia eterna de Dios y la esperanza de un futuro donde todos estén unidos en su amor.