La visión de Ezequiel sobre la nueva ciudad culmina con una declaración profunda acerca de la presencia de Dios. La ciudad, rodeada por un perímetro definido, se llama "Jehová está allí", lo que significa una presencia divina perpetua. Este nombre no es solo una etiqueta, sino una promesa de la presencia duradera de Dios entre Su pueblo. Resalta el cumplimiento de la alianza de Dios de habitar con la humanidad, ofreciendo un futuro en el que Dios está íntimamente involucrado en la vida de Su pueblo. Esta visión sirve como un recordatorio poderoso de la fidelidad de Dios y Su deseo de estar cerca de nosotros.
La certeza de que "Jehová está allí" ofrece consuelo y esperanza, especialmente en tiempos de incertidumbre o angustia. Asegura a los creyentes que nunca están solos, ya que Dios siempre está presente, brindando guía, protección y paz. Esta promesa de la presencia divina es central en la fe cristiana, animando a los creyentes a confiar en el compromiso inquebrantable de Dios hacia ellos. También inspira un sentido de comunidad, ya que la presencia de Dios une a Su pueblo en una fe y propósito compartidos. En última instancia, esta visión invita a los creyentes a vivir con confianza, sabiendo que la presencia de Dios es una realidad constante en sus vidas.