El discurso de Esteban ante el Sanedrín es un momento poderoso donde confronta a los líderes religiosos con su resistencia a la obra de Dios a través del Espíritu Santo. Al llamarlos 'duros de servicio', evoca el lenguaje utilizado por los profetas en el Antiguo Testamento para describir a un pueblo obstinado y reacio a seguir los mandamientos de Dios. La metáfora de 'corazones y oídos incircuncisos' sugiere una insensibilidad espiritual más profunda, indicando que a pesar de sus prácticas religiosas externas, sus vidas internas no están alineadas con la voluntad de Dios.
Esteban los acusa de resistir al Espíritu Santo, tal como lo hicieron sus antepasados. Esto resalta un patrón de comportamiento donde rechazan repetidamente a los mensajeros de Dios y las nuevas obras que Él está realizando. Sus palabras sirven como una advertencia y un llamado a la auto-reflexión para todos los creyentes, instándonos a considerar si realmente estamos abiertos a la obra transformadora del Espíritu Santo en nuestras vidas. Es un recordatorio de mantenernos vigilantes contra la complacencia espiritual y esforzarnos por tener un corazón que responda a la dirección de Dios.