Tras la traición y muerte de Judas Iscariote, la comunidad cristiana primitiva necesitaba restaurar su número a doce apóstoles, simbolizando las doce tribus de Israel. Los apóstoles, liderados por Pedro, buscaban llenar este vacío con alguien que hubiera sido testigo del ministerio de Jesús desde el principio. Nominaron a dos hombres: José llamado Barsabás, también conocido como Justo, y Matías. Este proceso de nominación fue significativo, ya que demostró el compromiso de la iglesia primitiva con el discernimiento en oración y la toma de decisiones comunitarias.
La elección de estos dos hombres subraya la importancia de tener líderes que tuvieran experiencia directa de la vida y enseñanzas de Jesús. También refleja la dependencia de la iglesia en la guía divina, ya que más tarde oraron para que se revelara la voluntad de Dios en la selección del candidato adecuado. Este evento es un recordatorio del valor de la comunidad y la sabiduría colectiva que proviene de experiencias y fe compartidas. Enseña a los creyentes modernos sobre la importancia de buscar la guía de Dios en el liderazgo y la toma de decisiones, asegurando que aquellos que lideran estén profundamente arraigados en las enseñanzas de Cristo.