Antíoco IV Epífanes, el rey helenístico del Imperio Seléucida, es conocido por sus ambiciosas campañas militares y sus intentos de expandir su territorio. Su segunda invasión de Egipto marca un momento crítico en la historia de la región, reflejando las tensiones geopolíticas más amplias de la época. Estas invasiones fueron parte de los esfuerzos de Antíoco por consolidar su poder y afirmar su dominio sobre los territorios vecinos, lo que a menudo llevó a conflictos con otros gobernantes helenísticos y la República Romana.
El impacto de las campañas de Antíoco se extendió más allá de meras disputas territoriales. Sus políticas agresivas y las acciones subsiguientes en Judea, incluida la imposición de la cultura y religión helenísticas, provocaron un gran descontento entre la población judía. Este período de la historia es crucial para entender el contexto en el que ocurrió la revuelta macabea. La resistencia judía a los decretos de Antíoco, particularmente su profanación del Templo en Jerusalén, es un testimonio de su fe perdurable y determinación por preservar su identidad religiosa. Estos eventos se celebran durante Janucá, conmemorando la rededicación del Templo y el triunfo de la fe sobre la opresión.