En un tiempo de renovación espiritual, el rey tomó la iniciativa de asegurar que el templo se mantuviera adecuadamente al ordenar la colocación de un cofre en la entrada. Este cofre funcionaba como un punto de recolección de ofrendas, simbolizando un enfoque organizado y transparente para reunir recursos. Su ubicación en la puerta del templo era significativa, ya que hacía que la acción de dar fuera accesible para todos los que entraban, reforzando la idea de que el mantenimiento de la casa de Dios era un esfuerzo comunitario.
Esta iniciativa también demostraba la dedicación del rey a restaurar el templo y asegurar su conservación. Al involucrar a la comunidad en este proceso, se fomentaba un sentido de unidad y responsabilidad compartida. Se animaba a las personas a contribuir de manera voluntaria, sabiendo que sus ofrendas eran vitales para la restauración y el mantenimiento continuo del templo. Colocar el cofre puede verse como un llamado a la mayordomía, recordando a los creyentes la importancia de apoyar sus lugares de culto y la vida espiritual de su comunidad.