La decisión del rey Acab de disfrazarse antes de entrar en batalla, pidiendo al rey Josafat que use sus vestiduras reales, es un movimiento estratégico para protegerse de ser el blanco. En la guerra antigua, los reyes eran a menudo los principales objetivos, ya que capturar o matar a un rey podía llevar a un rápido final del conflicto. La elección de Acab de disfrazarse revela su miedo y quizás una falta de fe en las palabras proféticas que había recibido, las cuales le advertían sobre los peligros que se avecinaban. Este acto de engaño subraya una dependencia de la estrategia humana sobre la guía divina.
La aceptación de Josafat de llevar sus vestiduras reales, a pesar de los riesgos potenciales, muestra un nivel de confianza y quizás ingenuidad. También resalta los diferentes enfoques que tienen los dos reyes hacia la batalla y su fe. Mientras Acab se basa en el disfraz y el engaño, Josafat parece actuar con integridad, incluso si eso lo pone en riesgo. Este pasaje invita a reflexionar sobre la importancia de la confianza, las consecuencias de ignorar las advertencias divinas y el contraste entre la astucia humana y la fidelidad. Sirve como un recordatorio de las posibles trampas de depender únicamente de la sabiduría humana frente a la instrucción divina.