En la antigua Israel, los levitas tenían la responsabilidad sagrada de servir en el tabernáculo, un lugar central de adoración. Para sustentarlos, Dios ordenó que los diezmos, o un décimo de la producción y el ganado, se entregaran a los levitas como su herencia. Esta provisión les permitía concentrarse completamente en sus deberes religiosos sin la carga de buscar otros medios de subsistencia. El sistema refleja un principio más amplio de apoyo comunitario para aquellos en servicio espiritual, asegurando que puedan dedicarse plenamente a su vocación. Subraya la importancia de reconocer y valorar las contribuciones de quienes sirven en capacidades religiosas, fomentando un espíritu de generosidad y apoyo mutuo dentro de la comunidad de fe. Al proveer para los levitas, los israelitas eran recordados de su responsabilidad colectiva de mantener y nutrir su vida espiritual, promoviendo un sentido de unidad y propósito compartido.
Y he aquí, yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel, por heredad, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión.
Números 18:21
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