Igal, hijo de José, fue seleccionado de la tribu de Isacar para ser uno de los doce espías enviados por Moisés a explorar la tierra de Canaán. Este proceso de selección fue significativo, ya que involucró a representantes de cada una de las doce tribus de Israel, asegurando que toda la comunidad participara en la misión. El acto de enviar espías fue una decisión estratégica, que demuestra la importancia de la preparación y la planificación cuidadosa ante la incertidumbre. Resalta la necesidad de sabiduría y discernimiento al enfrentar nuevos desafíos.
El papel de Igal y de los otros espías fue crucial, ya que tenían la tarea de reunir información sobre la tierra, su gente y sus recursos. Esta misión no solo se trataba de reconocimiento, sino también de fomentar la confianza y la responsabilidad entre las tribus. Al elegir representantes, los israelitas enfatizaban la importancia de la unidad y la responsabilidad compartida en su camino hacia la Tierra Prometida. La inclusión de Igal en esta misión refleja los valores comunitarios y el esfuerzo colectivo necesario para alcanzar sus metas, recordándonos el poder de la colaboración y la fe para superar obstáculos.