En el libro de Números, el censo representa un momento fundamental para los israelitas, destacando su preparación para el viaje que tienen por delante y su disposición para posibles conflictos. La tribu de Dan, que contaba con 62,700 hombres, era una de las tribus más grandes, lo que indica su papel significativo dentro de la comunidad. Este censo no fue solo un ejercicio logístico, sino una directiva divina para organizar al pueblo según sus tribus y familias. El conteo de cada tribu, incluida la de Dan, simbolizaba su disposición para cumplir su parte en el plan de Dios. El gran número de danitas también refleja las bendiciones y el crecimiento que experimentó la tribu, tal como se prometió a su ancestro Jacob. El censo ayudó a establecer orden y estructura, asegurando que cada tribu conociera sus responsabilidades y posición dentro del campamento. Era una forma de afirmar su identidad como el pueblo elegido de Dios, unidos en propósito y fe mientras se dirigían hacia la Tierra Prometida. Además, el censo servía como un recordatorio de la fidelidad de Dios al multiplicar los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob, cumpliendo Sus promesas hacia ellos.
Los que fueron contados de la tribu de Rubén fueron cuarenta y seis mil quinientos.
Números 1:39
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