Miqueas se dirige al pueblo de Israel y Judá, enfatizando que sus problemas actuales son resultado de sus propios pecados. Las ciudades de Samaria y Jerusalén, que deberían haber sido ejemplos de fidelidad, se han convertido en símbolos de sus transgresiones. Samaria, como capital del reino del norte, y Jerusalén, capital del reino del sur, representan las fallas espirituales de toda la nación. Este versículo es un poderoso recordatorio de que la salud espiritual de una comunidad a menudo refleja las acciones y actitudes de su gente. Anima a los creyentes a examinar sus propias vidas y comunidades, asegurándose de que estén alineadas con la voluntad de Dios. También subraya la importancia del liderazgo y la influencia de las ciudades y sus líderes en guiar la dirección moral y espiritual de una nación. Al resaltar estos centros de transgresión, Miqueas llama al arrepentimiento y a un regreso a la verdadera adoración y justicia, instando a los creyentes a buscar la guía y la misericordia de Dios.
Todo esto es por la rebelión de Jacob, y por los pecados de la casa de Israel. ¿Qué es lo que ha hecho Jacob? ¿No es Samaria? ¿Y qué son los altos de Judá? ¿No es Jerusalén?
Miqueas 1:5
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