Miqueas, un profeta originario de Moreset, es elegido por Dios para transmitir un mensaje en un periodo crítico de la historia de Judá. Los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías marcan una época de desafíos políticos y religiosos significativos. La profecía se dirige a Samaria, la capital del reino del norte de Israel, y a Jerusalén, la capital del reino del sur de Judá. Esto indica que el mensaje de Miqueas es de importancia nacional, abordando cuestiones que afectan a ambos reinos.
La introducción de la profecía de Miqueas subraya el papel de los profetas como intermediarios entre Dios y Su pueblo, encargados de entregar mensajes que a menudo llaman a la penitencia y al cambio. También resalta la continuidad de la comunicación de Dios con Su pueblo, independientemente del panorama político. Para los creyentes de hoy, esto sirve como un recordatorio de la importancia de atender la guía divina y la relevancia perdurable de los mensajes proféticos en la orientación de la conducta moral y espiritual.