Los saduceos, un grupo conocido por negar la resurrección, presentan a Jesús una situación hipotética destinada a ridiculizar el concepto de la vida después de la muerte. Describen a una mujer que se casa sucesivamente con siete hermanos, cada uno de los cuales muere sin dejar hijos. Este escenario se basa en la ley del levirato, que requería que un hombre se casara con la viuda de su hermano para producir descendencia para el hermano fallecido. La pregunta de los saduceos busca atrapar a Jesús en una inconsistencia lógica respecto a la resurrección.
Sin embargo, Jesús aprovecha esta oportunidad para enseñar una verdad profunda sobre la otra vida. Explica que las instituciones terrenales, como el matrimonio, no se aplican de la misma manera en el cielo. El enfoque se desplaza de las costumbres terrenales a la naturaleza eterna de nuestra relación con Dios. Este pasaje anima a los creyentes a mirar más allá de lo temporal y a confiar en la promesa de la vida eterna, donde las limitaciones humanas y las normas sociales son trascendidas. Asegura a los cristianos que la resurrección no está limitada por la lógica terrenal, sino que es un misterio divino que ofrece esperanza y transformación.