José, el padre terrenal de Jesús, se enfrentó a una decisión difícil tras la muerte del rey Herodes. Tenía la intención de regresar a Judea con su familia, pero al enterarse de que Arquelao, el hijo de Herodes, estaba gobernando, sintió miedo. Arquelao tenía la reputación de ser tan cruel como su padre, lo que hizo que José dudara en regresar a esa región. En este momento de incertidumbre, Dios le proporcionó orientación a través de un sueño, instruyéndolo para que se trasladara a Galilea en su lugar. Esta intervención divina no solo garantizó la seguridad de Jesús, sino que también se alineó con las palabras proféticas que decían que el Mesías sería llamado nazareno.
La respuesta de José a la advertencia de Dios demuestra su profunda fe y disposición para seguir la dirección divina, incluso cuando eso significaba alterar sus planes. Esta narrativa resalta la importancia de estar abiertos a la guía de Dios, especialmente en tiempos de miedo e incertidumbre. También subraya el cuidado protector de Dios sobre Jesús, orquestando eventos para cumplir sus propósitos. La obediencia de José sirve como un ejemplo de confianza y dependencia en la sabiduría de Dios, animando a los creyentes a buscar y atender la guía divina en sus propias vidas.