En esta afirmación, Jesús remite a la narrativa de la creación en el Génesis, recordando a sus oyentes el origen divino de la humanidad. Al declarar que Dios hizo a los humanos macho y hembra, enfatiza el diseño intencional y el propósito detrás de la creación. Esta referencia sirve como base para entender las relaciones humanas, especialmente el matrimonio, ya que resalta la naturaleza complementaria de hombres y mujeres. Las palabras de Jesús nos invitan a reflexionar sobre la belleza y el propósito inherentes en la creación de Dios, instándonos a respetar y honrar los roles y relaciones que Él ha establecido.
Este pasaje también subraya la importancia de reconocer la dignidad y el valor de cada individuo, ya que cada persona es creada a imagen de Dios. Al afirmar la intención divina en hacer a los humanos macho y hembra, Jesús nos llama a apreciar las contribuciones y roles únicos que cada género aporta a las relaciones y a la sociedad. Esta comprensión fomenta un sentido de unidad y propósito, animándonos a vivir en armonía con el diseño de Dios y a valorar las relaciones que Él ha ordenado.