Al responder a la exigencia de un signo milagroso, Jesús subraya la importancia de la fe por encima de la búsqueda de pruebas constantes. Hace referencia a la historia de Jonás, quien pasó tres días en el vientre de un gran pez, como una prefiguración de su propia muerte y resurrección. Esta mención de Jonás actúa como una señal profunda para aquellos que tienen ojos para ver y oídos para oír. Jesús desafía a la gente a reconocer las verdades espirituales más profundas en lugar de centrarse únicamente en lo milagroso.
Este pasaje invita a los creyentes a reflexionar sobre la naturaleza de la fe, que no se trata de presenciar milagros constantes, sino de confiar en el plan y las promesas de Dios. Fomenta una comprensión más profunda de la misión de Jesús y la importancia de su resurrección. Al señalar a Jonás, Jesús subraya la continuidad de la obra de Dios a lo largo de la historia y su plan final de salvación. Este mensaje es un llamado a confiar en lo no visto y a cultivar una fe que sea resiliente y duradera, incluso cuando las señales no son inmediatamente evidentes.