Mateo comienza su Evangelio presentando la genealogía de Jesús, enfatizando su identidad como el Mesías. Este linaje es significativo porque conecta a Jesús con dos figuras clave en la historia judía: David y Abraham. Al rastrear la ascendencia de Jesús hasta David, Mateo resalta la herencia real de Jesús, subrayando su papel como Rey de los judíos y el cumplimiento del pacto davídico. Al vincular a Jesús con Abraham, el padre de la nación judía, se destaca el cumplimiento de las promesas de Dios de bendecir a todas las naciones a través de los descendientes de Abraham.
Esta genealogía sirve como un puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, afirmando la continuidad del plan de salvación de Dios. Asegura a los creyentes la fidelidad de Dios y el cumplimiento de sus promesas. La genealogía también establece el escenario para entender la misión y el propósito de Jesús, ya que establece su legitimidad y autoridad como el Salvador tan esperado. Al comenzar con esta genealogía, Mateo invita a los lectores a ver a Jesús no solo como una figura histórica, sino como la culminación de la obra redentora de Dios a lo largo de la historia.