Después de la crucifixión de Jesús, sus discípulos estaban sumidos en el dolor y la confusión. Cuando las mujeres regresaron del sepulcro vacío con la asombrosa noticia de la resurrección de Jesús, los discípulos no pudieron comprender ni aceptar lo que escuchaban. Su reacción de incredulidad refleja la inclinación humana natural a dudar de lo que parece imposible o ilógico. Este momento en la historia de la resurrección resalta el desafío de la fe: creer en lo que no se ve y confiar en el poder de Dios más allá de nuestra comprensión.
La narrativa también enfatiza el papel fundamental de las mujeres en la comunidad cristiana primitiva. A pesar de las normas sociales que a menudo marginaban las voces femeninas, ellas fueron elegidas como las primeras testigos de la resurrección, confiándoles el mensaje de esperanza y nueva vida. Este pasaje anima a los creyentes a permanecer abiertos a las revelaciones de Dios, incluso cuando provienen de fuentes inesperadas o desafían nuestras nociones preconcebidas. Nos llama a abrazar la fe como un viaje de confianza, donde se nos invita a ver más allá de lo ordinario y ser testigos de las obras extraordinarias de Dios.