Durante el juicio de Jesús, Poncio Pilato, el gobernador romano, se dirige a la multitud, enfatizando que tanto él como Herodes no han encontrado ninguna base para la pena de muerte contra Jesús. Herodes Antipas, el gobernante de Galilea, tenía jurisdicción sobre Jesús porque este era de Galilea. Tras interrogar a Jesús y no encontrar ninguna falta, Herodes lo envió de vuelta a Pilato. Este pasaje subraya la inocencia de Jesús, ya que incluso los líderes políticos de la época no pudieron encontrar ninguna mala acción en Él. Sin embargo, a pesar de esto, Jesús fue condenado, ilustrando la profunda injusticia que enfrentó.
Este momento en la narrativa del juicio resalta los temas de la inocencia y la injusticia, centrales en la historia de la Pasión. Sirve como un poderoso recordatorio del valor moral necesario para defender la verdad y la justicia, incluso cuando las presiones sociales empujan hacia resultados injustos. Para los creyentes, es un llamado a reflexionar sobre la naturaleza de la verdadera justicia y a abogar por ella en sus propias vidas, manteniéndose firmes ante la adversidad y las acusaciones falsas.