En este versículo, Jesús habla sobre un tiempo de juicio divino, donde las consecuencias de las acciones humanas se alinean con las profecías y promesas hechas en las escrituras. Esta afirmación forma parte de un discurso más amplio en el que Jesús advierte sobre eventos futuros y las pruebas que vendrán. La frase "cumplimiento de todas las cosas que están escritas" destaca la fiabilidad y verdad de la palabra de Dios, ya que los eventos que se desarrollan no son aleatorios, sino parte de un plan divino.
Este versículo sirve como un recordatorio de la certeza de la justicia de Dios y la importancia de estar preparados espiritualmente. Anima a los creyentes a permanecer firmes en su fe, sabiendo que las promesas de Dios se cumplirán. Esto puede ser una fuente de consuelo, ya que asegura a los creyentes que Dios está en control, incluso en tiempos de agitación. El versículo también invita a la reflexión sobre la vida y las acciones de cada uno, instando a un compromiso de vivir de acuerdo a la voluntad y enseñanzas de Dios. En última instancia, es un llamado a confiar en la justicia suprema de Dios y la esperanza que proviene de Sus promesas.