Durante los eventos que conducen a la crucifixión de Jesús, él enfrenta intensas burlas y abusos físicos por parte de sus captores. Cubrirle el rostro y luego golpearle mientras le exigen burlonamente que profetice quién le golpeó es un acto deliberado de humillación. Esta escena subraya la magnitud del sufrimiento que Jesús soporta por el bien de la humanidad. Es un momento que revela la crueldad de la naturaleza humana, pero también sirve como un testimonio del compromiso inquebrantable de Jesús con su misión. A pesar de la burla, Jesús no se rebela ni se defiende, encarnando las virtudes de la paciencia, la humildad y el perdón. Su silencio ante tal trato es un poderoso ejemplo para los creyentes, animándoles a responder a la injusticia y el sufrimiento con gracia y fe. Este pasaje también anticipa el sacrificio supremo que Jesús está a punto de hacer, destacando la profundidad de su amor y el cumplimiento de su papel profético como Salvador. Invita a la reflexión sobre la naturaleza de la verdadera fortaleza y el poder del amor que perdura.
Y le cubrieron el rostro, y le dieron de golpes, diciendo: Profetiza. ¿Quién es el que te golpeó?
Lucas 22:64
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