Durante la Última Cena, Jesús comparte un momento profundo con sus discípulos, indicando que no volverá a comer la cena de Pascua hasta que se cumpla en el reino de Dios. Esta declaración está llena de significado, ya que apunta a la futura realización de las promesas de Dios. Jesús es consciente de su inminente crucifixión, y sus palabras presagian el establecimiento de un nuevo pacto a través de su sacrificio. La cena de Pascua, que conmemora la liberación de Israel de Egipto, adquiere ahora un significado más profundo, simbolizando la venidera liberación del pecado a través de la muerte y resurrección de Jesús.
El cumplimiento en el reino de Dios sugiere un tiempo en el que el reinado de Dios estará plenamente establecido y sus propósitos se realizarán completamente. Esta esperanza futura es central en la fe cristiana, ofreciendo la seguridad de que, a pesar de los desafíos presentes, el plan último de Dios es uno de restauración y renovación. Se anima a los creyentes a vivir con esta esperanza, confiando en la promesa de un futuro donde el reino de Dios se manifiesta plenamente, trayendo paz, justicia y alegría.