En este momento, Jesús habla directamente a sus más cercanos seguidores, los doce apóstoles, mientras se dirigen hacia Jerusalén. Se está preparando para los eventos significativos que están a punto de ocurrir, específicamente su sufrimiento, muerte y resurrección. Al usar el título 'Hijo del Hombre', Jesús se identifica con las visiones proféticas encontradas en el Antiguo Testamento, particularmente en el libro de Daniel, donde el 'Hijo del Hombre' es una figura de autoridad divina y salvación. Jesús enfatiza que todo lo que los profetas han escrito se cumplirá, subrayando la continuidad y la fiabilidad de la palabra de Dios a lo largo de la historia. Esta declaración tranquiliza a los discípulos, asegurándoles que los eventos que están a punto de presenciar no son aleatorios ni inesperados, sino parte de un plan divino que ha sido profetizado. Esta enseñanza invita a los creyentes a ver el panorama más amplio de la obra redentora de Dios y a encontrar esperanza y seguridad en el cumplimiento de las promesas divinas, incluso al enfrentar pruebas o incertidumbres.
El pasaje también sirve como un recordatorio de la importancia de la profecía en la comprensión de la misión de Jesús y el desarrollo del reino de Dios. Anima a los cristianos a confiar en el propósito divino y a mantenerse firmes en la fe, sabiendo que los planes de Dios siempre son para el bien supremo, incluso cuando implican desafíos.